Recuerdo en Venezuela visitar uno de estos sitios llamados Country Club, tenían piscinas, canchas de tennis, bowling, y hasta un campo de golf, en fin, para un niño como yo esto en verdad era sinónimo de “diversion”. Lo que mas me gustaba era ordenar la comida, podia comer unos deliciosos “Tequeños” (si no sabes lo que es te estas perdiendo la mitad de la vida) con una deliciosa salsa dentro de la piscina en un restaurante dentro de la piscina, se podia resumir esos domingos en: en recibir, recibir y recibir.
Me pregunto cuánto de nosotros somos miembros creyendo que estamos en una iglesia ”Country Club”, quiero ser mas especifico.
Los miembros tipo Country Club esperan beneficios de la iglesia, su pensamiento es: El pastor no predica lo que yo quiero, es muy largo el servicio, la música no es de mi estilo, en pocas palabras determinamos lo que nos gusta y lo que no.
Cuando estos miembros se les pide que ayuden en un area te puedes imaginar la respuesta: alguno lo hará obligado (con el pensamiento que debe ser servido) y esto se refleja en una mala actitud. Esta persona no durará mucho sirviendo en ese ministerio. En el mejor de los casos por lo menos lo intentara, algún otro se enfadara mucho y no ayudara con algunas excusas que la mayoría ya conoce.
Y aquí viene el segundo grupo el grupo que es mayoría en las iglesias, los miembros que escogen estar dispuestos y sirven de forma bíblica, para ellos el servicio es un regalo, es un tesoro, es algo inmerecido, en fin es una oportunidad, maravillosa.
Para este grupo de miembros biblicos, ser parte De la Iglesia es ser parte del cuerpo de Cristo, y eso es un regalo, un regalo De Dios. Un regalo que debemos atesorar con gozo y anticipación.
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